viernes, 28 de marzo de 2014

CARTA DE DESPEDIDA A LA PSORIASIS Hoy he decidido decirte adiós. Se que no vas a creerme, eres engreída y petulante; especulas, gracias a tú cronicidad, que mi alma, mente y corazón te pertenecen… y es lógico que pienses de esa manera, porque… Durante años fuiste el centro de mi vida, He padecido una cantidad que no puedo precisar, de noches sin dormir, mojando la almohada con mis lágrimas, tratando infructuosamente de arrancarte de mi cuerpo hasta hacerlo sangrar. He transcurrido mi vida (¿?) en silencio atroz, soportando y aceptando hasta el hartazgo tus porfiadas intenciones de frustrarme; y ese mutismo mío, logró elevar tú vanidad hasta límites insospechados y entonces, la jactancia continuó, hasta convertirse en un himno de mi corazón. Lograste convencerme, aquella noche, que no importaba el nacimiento de mi hija, eras la que reinaba mi ser y estabas sobre todo y fiel a esa ambición desmedida que posees, no te conformaste con una porción de mi piel, querías tomarla toda... y lo lograste. Pero, bendito pero, hoy he decidido dar un paso decisivo, porque quiero seguir vivo... y en este amanecer me he dado cuenta, que solo eres cáscara y no cuento contigo para seguir avanzando, no voy a llevarte más a cuestas, arréglate sola. He resuelto ¡cumplir mis sueños! (esos que te empecinaste en ahogar, uno tras otro): ¡Amaré más a mi esposa! ¡Haré que florezca la amistad con mi hija! ¡Disfrutaré a mis seres queridos, mimaré a mis amistades!… ¡seré feliz! Quiero recostarme y descansar junto a los versos de Eloy Blanco y pintar angelitos negros, unirme a De Andrade y apostar por el amor y la sinceridad; parafrasear a Sor de la Cruz y decir “la psoriasis me adora y le aborrezco”... y gritar con Neruda “Déjame, suelta las manos y el corazón, déjame libre”; con Gonzáles Ríos escuchar los silencios... y porque no, junto a Fernando Rondón, sentirme cerca de cada uno; escuchar a Javier Alvarado y Alejandro Peña... así podré cantar con mi coterráneo Facundo Cabral... “Ayer soñé que podía y hoy puedo”. Dejaré que ellos sostengan esos sueños… ¡abrazaré a cada ser humano que tenga esta relación enfermiza contigo!, anhelando una sus sentimientos a esta carta, así ya no será mía, sino de todos los que te padecen, sufren y lloran. Sí, entiendes bien, a partir de hoy, cinco palabras serán mi universo: amor, fe, vida, amistad y felicidad; te comunico que no das con el perfil de ninguna. Y mientras derramo mis últimas lágrimas de dolor y las primeras de felicidad (se confunden en mis ojos, pero no en mi sentimiento) quiero decirte: podrás estar en mi piel, pero mi alma, mente y corazón ya no te pertenecen, porque se que hay alguien que me ama, alguien que me extraña, alguien que quiere hablar conmigo… alguien, que me quiere abrazar.